Vas a hacer la compra sin gluten, avanzas por los pasillos del supermercado, localizas los productos sin gluten, cual terminator fijando su objetivo con ojo avizor, y cuando llegas a las harinas, ¡horror! ¡muerte! ¡destrucción! Las cabezas pensantes que deciden cómo y dónde colocar los productos, han tenido la bonita idea de poner todas las harinas juntas, las «normales» y las específicas sin gluten. Para una persona que no sufre de celiaquia o alergias alimentarias, la disposición de los productos alimentarios —e incluso que se hable de ello— puede parecerle baladí, pero para nosotros es de vital importancia. ¿Por qué?
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