Érase una vez…. Carreteras sinuosas, autopistas veloces; ciudades de ensueño donde se respira historia, pero también abiertas al futuro; villas medievales donde no ha pasado el tiempo, distantes en lo alto de una colina, pero acogedoras a los viajeros; calles pedregosas que soportan muros y acueductos; pequeños pueblos pesqueros de antaño, hoy convertidos en refugio de yates y por donde desfilan coches de lujo; una paleta de colores compuesta de azul cielo y verde mar, blanco, ocres y verde; todo ello aderezado del inconfundible sabor del Mediterráneo. ¿Qué más se puede pedir?
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